domingo, 9 de enero de 2011

Amalia Penna

Foto de Amalia tomada en Bariloche
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En la mañana del 4 de enero de 2011, en Córdoba, falleció Amalia Penna Bilavcik, madre de Amina y Alejandro Copley. Tal vez quieran dejar aquí algún mensaje para recordarla... o un poema, o una foto o un color.
-Le he puesto el púrpura que ella amaba tanto-
Amalia, vivió en Tucumán, en Salta, en Buenos Aires y en Córdoba. Tuvo su propia comunidad en sus años hippies, cuando caminaba descalza y de vincha por las calles de Tafí del Valle y de Cafayate, blandiendo su flower power. Pacifista en tiempos de la discordia. Sobrevivió a una generación que fuera diezmada. Para vivir realizaba artesanías en plata y fué también maestra. Lectora infatigable, amante de la ópera y la música clásica. Tenía una vastísima cultura, heredada los inquietos intelectuales de los años 50 y 60.
Su vida estuvo marcada por el diálogo y los encuentros. Y midió sus riquezas con el valor de sus amigos. Estudió psicología y filosofía, y obtuvo su licenciatura en Gestión cultural. Militó en el Humanismo y por la ecología. Conservó la capacidad intacta de los niños, la de maravillarse como si fuera la primera vez. Agradecía cada invitación como si fuese el único evento del siglo, digno de entrar en la historia. Amó la palabra y la música, le gustaba creer en ángeles y en hadas. Amó el Oriente con mirada lúcida no con el ensueño alienante. Fue una feminista de diálogo y no de confrontamiento. Le gustaba cocinar para compartir, y leer buenos poemas de amor.
Amó la vida como quien abraza ramos de flores que no caben en los brazos.
Es pronto para decir adiós a un ser que supo reir tan francamente. El cuerpo es muy vulnerable y no soporta el alto voltaje de la vida, sobre todo los de aquellos que la viven tan plenamente.
Si al final hay un túnel luminoso donde vemos esos seres queridos, ella habrá sido muy feliz al volver a encontrar a sus viejos amigos, amores y parientes. Se habrá dejado acariciar y habrá acariciado a sus seres de luz.
Aun no ha dicho su última palabra, la dirán sus nietos y los hijos de sus nietos. Sus sobrinos, sus hijos putativos. Habrán heredado de ella caricias y un tanto de libertad.
Nos enseño la empatía y el desacartonamiento. El arte de recibir y agasajar. La presteza para el perdón. El amor a la poesía y a la literatura. Una pasión por el arte.
¡Qué gran persona pierde el mundo!
Tuvo errores, pecados y todas esas cosas malas que nos hacen tan humanos; sin las cuales el mundo nos despedazaría o nos llevaría a la cruz, sin dudarlo.
Pero pienso en su esencia... Prometeo ofreció sus entrañas por el ser humano (por lo puro y brillante que hay en él) no por lo mezquinos y egoistas que podemos ser. Prometeo pensó como un grande cuando robó el fuego a los dioses para entregárnoslo.
Brindo por Amalia, por su risa y por su vida.
No he de llorar por quien logró que su propia vida fuera alegría.
Ca